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Hablando sobre gestión de la complejidad y transformación digital en Radio Internacional

29.08.2018

En compañia de Alberto Pérez, Pablo López, Helena Carbajal, Humberto Carbajal y Ernesto Barbero, en EL FUTURO ES AHORA (Radio Internacional), abordamos tecnologías disruptivas.


Hoy voy a hacer una reflexión que muchos ya me habéis escuchado, pero que una vez más me ha abordado al hilo de lo hablado en el programa (abajo podéis escucharlo), y del debate posterior. En él, expongo a modo de visión personal, un futurible y una realidad (es mi opinión), a ver que os parece...


Tengo la gran suerte de contar entre mis amigos con Alberto Perez, conductor principal de un peculiar vehículo con el que surcar las ondas. Este particular medio al que me invita a subir (el muy insensato), tan pronto se presenta como un bólido trepidante alimentado por Roberto Albáizar y las noticias que surgen en todos los frentes de innovación; a veces muta bajo la acertada tutela de Humberto Carbajal en un todoterreno que frena, planifica y enfrenta la mejor ruta por una abrupta y animada conversación, o se convierte cual "Transformers" en una nave hipersónica copilotada por nuevos "futurólogos" y "tecnólogos" que, mostramos a la audiencia de peatones nuestras locas propuestas. Todo ello amenizado por una banda sonora acertadamente seleccionada y comentada por el mismo Alberto y que "endulza" el viaje y anima el debate.

Desde la ventana de este vehículo hipersónico y apenas sin darnos cuenta, hemos ido asistiendo como invitados de honor desde hace años, a múltiples avances y "acomodaciones" tecnológicas que, sin requerir un gran esfuerzo por nuestra parte, se han integrado en nuestras vidas.

Algunos se han convertido en "gadgets" indispensables de nuestro día a día, y otros muchos en procesos ya normalizados con los que "lidiamos" a menudo, sin prestar mucha atención sobre en que momento se han hecho dueños de decisiones que antes eran propias, y ahora corren bajo la maraña del Big Data sin que tengamos posibilidad de diálogo.

Toda esa gestión, toda esa complejidad, toda esa vehemencia en la defensa de lo "por venir", adivinatoria y esperanzada de un futuro mejor, lleno de automatismos y soluciones popularizadas que ofrezcan respuestas a las más antiguas preguntas sin el menor esfuerzo, gratis y pacíficas, está aquí. Pero ...

¿Estamos gestionando bien los tiempos?

¿Estamos preparando a nuestros jóvenes?

¿Es este sistema educativo el correcto y lo estamos dirigiendo a las nuevas salidas laborales que se demandarán?

¿Sabemos cómo afectará a la empresa y por ende al empleo?

¿Sabremos gestionar el tiempo libre, conciliar la familia, encontrar actividades de ocio, etc.?

¿Tenemos claro los principios básicos de la privacidad y el control y gestión de la inteligencia artificial?

Etc.

Quiero hacer una pregunta a toda esa generación de antes de los 70 / 80, ¿Pagaste por aprender mecanografía?, ¿Hiciste un curso para aprender a escribir a máquina en un teclado "qwerty"? en caso afirmativo enhorabuena, en caso negativo enhorabuena doble (no me mal interpretéis a partir de aquí, AVISO), los primeros entrenaron su cerebro y músculos en formarse en una actividad curricular y profesional muy codiciada en su momento, genial, pero los segundos aparte de ahorrar dinero, han usado ese tiempo en otras cosas y a día de hoy están profesionalmente "igual" valorados que los primeros. Por eso haré otra pregunta: ¿Pagarías a tus hijos/sobrinos/nietos hoy en día un curso de mecanografía?, incluso estando en una sociedad donde hay teclados incluso en las neveras... me atrevo a decir que la respuesta negativa será generalizada.

Segundo y para aproximarnos a la reflexión final. ¿Pagaste por aprender un idioma?, y la misma contra pregunta ¿Pagarías a tus hijos/sobrinos/nietos hoy en día un curso de idiomas?...

Queda poco. ¿Tienes carnet de conducir y coche propio?, y ahora la otra parte, ¿Crees que las generaciones nacidas en y desde 2020/2025 lo harán y lo tendrán?...

No parece tener mucho sentido (no siendo por inquietud, gusto o reto personal) perder tiempo en usar un teclado, todos lo usamos, pero además usamos teclados móviles que no permiten usar todos los dedos y tenemos reconocimiento vocal que permite dar instrucciones y dictar a nuestros dispositivos lo que queremos.

Con los idiomas estamos empezando a vivir lo mismo, hace años Google sacó gratuitamente su traductor, traduce imágenes en directo capturadas por una cámara en tiempo real, voz y texto, ¿Qué veremos "mañana"? Hoy necesitamos un "Smartphone" o similar, mañana podrá ser un tatuaje chip en la oreja, unas gafas interactivas o cualquier otro invento novedoso que haga las veces de traductor universal emulando o superando a la afamada Uhura de Star Trek.

Ir a una autoescuela será posiblemente algo muy inusual en una sociedad donde los vehículos autónomos superen o tengan mayoría sobre los actuales. Es posible que incluso nuestra compañía de seguros se niegue a asegurar a ese "loco que quiere tocar el volante", cuando para eso estarán los circuitos cerrados.

Imaginemos un poco (que no solemos hacerlo):

En un futuro próximo nos podemos encontrar nietos que pregunten a sus abuelos (nosotros): ¿Abu tu conducías un coche?, ¿Te montabas en un avión que pilotaba un señor?, ¿Mi mamá me dice que comías vaca, pollo o cerdo?, ¿Te operó un señor con un bisturí, te cortó y te cosió?, etc.

Estas preguntas a las que ahora no vemos sentido son como explicar a nuestros abuelos o bisabuelos que: le hablamos al reloj, al móvil, al coche, a la tele y obedecen. Pagamos por ropa rota y agujereada. Nos operamos por meras cuestiones estéticas y en el mismo día estás en casa. No arreglamos casi nada, reponemos sin reparar, tiramos y compramos sistemáticamente. Viajamos al otro lado del planeta en máximo 24 horas, trabajar en Londres, París o incluso Berlín, permitiendo pernoctar en Madrid. Podemos mantener videoconferencias "gratis" en tiempo real con casi cualquier persona. Creemos comer sano, pero hemos perdido "el sabor", tenemos cualquier alimento y fruta durante todo el año, hacemos fabada en 20 minutos, usamos microondas, inducción y café que se calienta solo en segundos apretando el fondo del vaso. No hay perros en las calles, burros en el campo, y los arados y sistemas tradicionales de labranza y riego han sufrido un cambio tecnológico que a mi abuelo (Dios lo tenga en su gloria), le parecerían brujería los tractores autónomos por GPS, los drones con sensores hiper espectrales y los sistemas de riego automatizado. Mi otro abuelo (que en paz descanse también), no sé como reaccionaria al saber que una impresora 3d, puede "imprimir" 10 casas al día, de 200 metros cuadrados, por 4000 €uros cada una. Salvo el precio que tampoco entendería por otros motivos, todo le sonaría a mentira. Mis abuelas, al menos en lo teórico, mis abuelas que no lo vieron casi (es un decir), encontrarían una sociedad con igualdad de oportunidades, derechos y reconocimientos para las "arquitectas" de la familia, una sociedad con mujeres con independencia, con capacidades reconocidas y con orgullo, una sociedad donde para nosotros es normal ver una mujer en pantalones, una madre soltera, una jefa o una compañera en cualquier profesión, una igual en el voto y una compañera de camino, o así debería ser en la realidad además de en la teoría.

Explica a esas generaciones pasadas, que pagamos dinero por arena para que nuestras mascotas orinen, pagamos por hacer deporte, que un bebé puede ser adoptado por una pareja homosexual, que hay países que se plantean derechos animales equiparables a los humanos, y que invertimos tiempo en decidir que agua comprar de entre 10 o 20 marcas distintas.

A veces recuerdo Regreso al futuro, esa película que mostraba una juventud con las mangas largas y los bolsillos por fuera, y mientras rio por las ocurrencias de los guionistas veo pasar un chaval con los calzoncillos y el culo al aire, los vaqueros caídos y rotos y la gorra con la visera ladeada dejando entrar el sol a los ojos....

Todo esto que para nosotros es normal, cotidiano y no nos turba ni nos altera, supuso para los más visionarios de nuestros antepasados recientes, guerras, sublevaciones, huelgas, lucha y/o reclamaciones sociales y políticas, que ahora nosotros disfrutamos. ¿Qué dejaremos para disfrutar a las generaciones venideras?, ¿Cuánto les queda a nuestros cerebros por imaginar, aceptar, ver y asimilar?

Creemos estar más cerca de nuestros hijos de lo que nuestros padres estaban de nosotros en su día, cuando en realidad, la distancia mental, tecnológica, social y educativa nos desdice de ello. No imaginamos la vida de nuestros hijos, ni sus elecciones, ni sus problemas e inquietudes en muchísima menor medida que lo que nuestros padres imaginaban con nosotros.

Las tecnologías disruptivas que actualmente se instalan en los procesos más cotidianos, marcan un cambio, una revolución tecnológica sin parangón, un punto y aparte en la concepción de principios consolidados como el trabajo, el dinero y la clase media en lo personal, mientras que generan expectativas confusas en las empresas, dudas que afectan a la oferta, la demanda, al e-comrerce, a la fabricación, la distribución y por supuesto al cliente objetivo que ha de pagar por los servicios y productos. Este cliente que soporta, justifica y cimenta el sistema actual, ¿Será igual en el futuro?

Citando a Einstein:

"No se como será la tercera guerra mundial, sólo se que la cuarta será con piedras y lanzas"

Posiblemente esta Revolución tecnológica (4ª Revolución Industrial para los entendidos), que acecha ya a la humanidad, y que los medios describen de esta manera:

- La Humanidad está en puertas de una cuarta revolución industrial, la neurotecnológica, protagonizada por la implementación a gran escala de la inteligencia artificial y las redes neuronales.

(Europa Press 10/10/2017)

Quizá como decia Einstein, no sean plenamente previsibles ni visibles sus efectos, medios e implicaciones, pero creo sinceramente que abrirá las puertas definitivas a una 5ª Revolución y que esta puede ser la Revolución del Renacimiento del ser humano.

Algo de lo que ya hablaré en otra ocasión.

Para aclarar:

No estoy a favor de no estudiar mecanografía, idiomas o cualquier otra cosa, no me agrada pensar en una sociedad que me impida conducir mi propio vehículo, ni quiero comer carne de plástico ni alimentos sintetizados, quiero sentirme libre de elegir y regir mi destino.

No pretendo sembrar polémica, solamente abrir una de las cortinas de la ventana que en este vehículo de Alberto me ha tocado, mirar fuera y describir lo que creo ver en la poca nitidez de la lejanía.

Piensa:     

Piensa tres cosas que no existan, tres locuras de tu imaginación, tres necesidades, caprichos, tecnologías, etc., que no puedan ser realizadas hoy con los conocimientos, herramientas y técnicas que tenemos. A veces es una ardua labor conseguirlo.

¿TE ATREVES?

El futuro es ahora, recuérdalo.